domingo, 30 de enero de 2011

Era que un anciano estaba enfermo en cama y nadie venia a verlo ni se preocupaban de su estado, un día el anciano sintió un gran dolor y grito desgarradamente, al momento se personaron a su lado varios de los que habían escuchado su grito, al anciano, esas visitas le calmaron el dolor, pues comprendió que no estaba solo, así que día tras día, pedía a sus congéneres que le llevasen un pedacito de Tierra, juntando las porciones en un saco, junto con el pedacito de Tierra le llegaba el compromiso de sus portadores.

Así día tras día, el anciano se fue recuperando, hasta parecía más joven y fuerte, dado el momento oportuno, dio las gracias a sus ahora amigos y les comunico que haría un viaje, que con él se llevaría el saco, donde había guardado las porciones de Tierra, que le habían regalado con tanto amor y fe.

Comenzó su viaje y llegó a las altas montañas que habían cerca del lugar, allí derramo las porciones de Tierra y con palabras plenas de saber dijo “Te devuelvo lo que es tuyo, amada Tierra, porque entre todos te hemos ido arrebatando tus riquezas y es hora de devolvértelas plenas de Amor”.

Luego el anciano volvió despacio a su lugar de origen, cuando llegó lo recibieron con regocijo y se apresuraron a enseñarle, como en la lejanía, se veía que en las lejanas montañas habían florecido unas hermosas arboledas, todas florecidas con bellas florescencias de muy bellos colores, era como un sueño, como un regalo, pues el paisaje hasta ahora había sido desolador, ya que por diferentes motivos el bello paraje se había convertido en árido y la vuelta de la vegetación en todo su esplendor, no daba explicación al gran cambio que se había efectuado.

El anciano, con inusitada tranquilidad los reunió para hacerles una confesión, les dijo “ Cuando estuve enfermo y solo, comprendí que no había plantado lo suficiente en mi vida, como el amor a los demás, la comprensión, no escuche sus quejas como debía y eso me llevo a la desolación, entonces comprendí que el Planeta Tierra, que gritaba porque se sentía solo y su dolor era mayor que el mío, pues el Amor que él había puesto en sus amados habitantes, se había convertido en un rechazo y se estaba engendrando una forma de vida, muy diferentes a la pactada, por eso sus gritos son devastadores en ocasiones, porque en el entorno no se ha preservado la Naturaleza del Planeta, sino que la ambición obvió lo que era una petición de auxilio, como la mía, cuando os pedí que me trajeseis pedacitos de Tierra, comprendí, que toda la semilla de mi Amor debía ser plantada en ella, pues al juntar el sentimiento del Amor, el vuestro hacia mí y el mío hacia vosotros, sería una cura para el amado Planeta y así lo he hecho, subí a la montaña y derrame la tierra traída por todos vosotros, mientras la esparcía visualizaba como unos granos de semilla de Amor, inundaban el terreno y con la convicción de devolver a la Tierra lo que es suyo, hice la intención desde el corazón y ahí está el resultado.

Si todos pusiésemos nuestras semillas en buen terreno, florecerían con primor, espero hayamos aprendido la lección y sigamos con nuestras plantaciones de Amor para el bien de la comunidad, gracias hermanos, amigos, compañeros, porque me habéis dado una gran lección”.

Y así termina la historia que quería contaros, pues a semejanza del anciano se queja el Planeta Tierra y solo espera que con Amor se le devuelva lo que es suyo y que le ha sido arrebatado con brusquedad, haciéndole daño tanto al ecosistema, como a toda forma de vida en él.

Esta es mi humilde petición, como madre que pide a sus hijos, les apremio a que hagan el mismo cambio que hizo el anciano y conviertan sus vidas y sus entornos, en valles verdes y florecientes, en montañas arboladas, en ríos limpios y cristalinos, en mares de aguas translucidas y plenos de vida y desde el corazón diamante rosa de la Tierra serán bendecidos junto a todas las criaturas de la Creación.

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