viernes, 30 de septiembre de 2011

Los Diez Toros del Zen

LOS DIEZ TOROS DEL ZEN
 

1. Buscando el Toro. 

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En el batallar de la existencia siempre hay un animal que nos acosa causando terribles perdidas y sufrimiento pero llegado el momento uno no se resigna y enfrenta a la bestia. Cuando el peregrino se da cuenta de que todo puede perderse y lo que hoy nos hace feliz mañana puede hacernos sufrir y se disgusta con su tendencia a chocar con los mismos errores, se decide a emprender la búsqueda de la causa de su sufrimiento. 

2. Descubriendo el Rastro.

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Empieza a descubrir las huellas del animal entre lodo y maleza -naturaleza de sus bajas pasiones y mucho de los impulsos que lo han condicionado-, ha hundirse en terrenos cada vez más cenagosos, logrando pequeños momentos de placer acompañados de grandes periodos de dolor a sí mismo y a otros sintiendo vergüenza y arrepentimiento por sus actos. Con lagrimas en sus ojos y su corazón hecho pedazos, solicita con su ultimas fuerzas ayuda, pero a parecer nadie lo escucha.

3. Primer vislumbre del Toro.

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  Después de días y noches de vela habiendo agotado sus lágrimas, serenada su mente, una voz irrumpe su silencio y le dice: “Ese no soy Yo, sólo el pensador puede ayudarte a empuñar las armas que te darán la victoria”, y aunque no sabe de dónde vino esta voz confía en su dictamen y descubre que hasta ese momento no se había valido de su mejor aliado: la mente que hasta entonces había estado silente ante los gritos y gemidos de sus terrenas pasiones.

4. Capturando el Toro.

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  Emprende la lucha desplegando fuerzas mentales y valiéndose de la espada  del discernimiento cortando una por una las malas y espinosas yerbas (Maya: apegos, ilusiones falsas y espejismos) que tratan de impedir su avance sangrando sus pies en la difícil batalla, pero con fe firme en la victoria y en su misterioso consejero; entonces lanza su lazo  capturando al Toro (su naturaleza inferior) aunque éste se resiste a ser frenada en el mástil (los pensamientos determinados a no ceder más).

5. Domando el Toro.

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El Toro ( las emociones ) hala duro el mástil (los pensamientos), que es removido, pero el valiente guerrero lo vuelve a  enderezar . Entonces el Toro reconoce que la batalla está perdida y se rinde a los pies del domador.

6. Cabalgando en el Toro a casa.

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 El peregrino logra amansar al Toro y victorioso cabalga en su lomo, el Toro (anteriormente salvaje) se convierte en su amigo (esto quiere decir que: sus emociones redimidas solo se enfocan en actos de bondad y devoción difundiendo la parte externa del Dharma consagrado al ideal a que se encamina “La Realización Espiritual”).

7. Olvidar el Toro, quedándose consigo mismo.

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Deja por fin al toro libre ya es un animal manso. En esta etapa  se da cuenta que aun sus más elevadas aspiraciones son una limitación ya que ha transferido  el deseo de las cosas materiales por la aspiración de facultades espirituales, que aunque más elevados no dejan de ser un obstáculo para el avance.

8. Olvidar al Toro y a uno mismo.

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¿Que hacer ahora?¿Cuál es mi próximo paso? Sus armas ya no le sirven, se queda solo, se pierde a sí mismo. El peregrino olvida sus más ardientes aspiraciones y se enfoca en su mente preguntándose a toda hora ¿Quién soy Yo?, ¿Quién recita el nombre del Buda? Así surgen miles de formas de cuestionamientos hasta que, como el guerrero que ya no tiene nada con que luchar, suelta sus armas (abandona sus pensamientos y mente) que ya nada le pueden aportar.

9. Retornando a la fuente.

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En este instante desarmado y desnudo se abre delante la puerta, él es la puerta, él es el camino y viéndose rodeado de luz, sin velo ni cuerpo vuelve la voz (la voz insonora y a la vez audible) que es él mismo y se dice “Yo Soy ese, ese Yo soy”, “Soy Nada y estoy en Todo”, “Y no teniendo Nada lo puedo dar Todo”,. En ese instante viene la gran elección: ‘Tomar la vestidura Dharmakaya o Convertirse en un Nirmanakaya’,  y rendido por el más sublime Amor que está oculto en el misterio de la Unidad, levanta su oído y ojo dévico escuchando y viendo todo ser que batalla en las marejadas y vueltas de la Rueda Samsárica, su corazón se expande de compasión por las miríadas de seres que no conocen la realidad guardando todas sus lagrimas en su más profundo seno.

10. Entrando al Mercado con las manos dadivosas.

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Renuncia a los más elevados estados de paz convirtiendo todo dolor en suyo, cantan los Devas y hasta los más elevados Jerarcas celebran su paso ¡Ha nacido un salvador!, ¡Ha florecido un loto!, ¡Ha nacido un Buda! Descendiendo a la materia para ayudar a todo el que pueda alcanzar y tomando el camino del Bodhisattva comienza su labor hasta que el último de los Seres alcance la liberación.
  
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  Nota: Todas estas analogías son intentos de dar algo de verdad a estas aseveraciones. Aspirar a esclarecer estas verdades en forma de palabras es casi negarlas teniendo en cuenta que la experiencia debe ser vivida y cada persona de acuerdo a su grado de iluminación le encuentra un nuevo matiz, ya que éstas pueden ser explicadas desde diferentes ángulos, ya sea exclusivamente desde el trabajo de la meditación, o en un orden macrocósmico aun mayor. Yo elegí desde el ángulo del sendero en general con mi limitada comprensión de estas cosas, ya que si no fuera por la meditación y el servicio diario ni aun esto podría haber dado.


Alfonso Amado Caballero de la Cruz
Camagüey, Cuba

Sibila.