El gato negro
Gato egipcio
Los faraones egipcios lo consideraban sagrado. Matar a un gato en aquellas épocas era delito capital y se pagaba con la vida. El "gaticidio" era una ofensa a la diosa Bastet.
Diosa Bastet
Pero esencialmente el gato fue sagrado por su función social: era el exterminador natural de la plago de ratones que diezmaban los sembradíos. Por lo tanto el pueblo del Antigua Egipto veneraba al gato como una bendición de la diosa Bastet, divinidad que tenía cuerpo de mujer y cabeza de gato.
En la Grecia Clásica le dieron, al gato, un valor real en la cadena alimentaria y, los griegos, trayendo gatos desde Egipto lograron exterminar la plaga de ratones de sus cultivos.
Con el paso de los siglos, el gato cayó en desgracia y en especial a partir del Siglo XII sea cual fuese su raza y estuvieron al borde del exterminio por cuanto las creencias populares relacionaron al gato con el demonio y los brujos. Se aseguraba que las brujas y brujos se transformaban en gatos y eran fieles servidores de Satanás.
Al poco tiempo, estas creencias se instalaron en la Iglesia Católica y el Papa Gregorio Noveno relacionó a los herejes y a los gatos como siervos del demonio. A partir de ese momento los gatos pasaron a ser enemigos del cristianismo y comenzó una persecución terrible.
Quien tenía un gato era considerado brujo, hereje, siervo del demonio y enemigo de la Santa Madre Iglesia. Cuando llegó la peste negra, la bubónica, enfermedad trasmitida por las pulgas de las ratas, esta epidemia se cobró casi 28 millones de vidas humanas. A falta de gatos, malos ratos y muchas ratas.
Es probable que si no se hubieran matado más de 4 millones de gatos, éstos se habrían comido más de 100 millones de ratas al año en la Europa Medieval y en consecuencia la peste bubónica no habría costado tantas vidas humanas. La resposabilidad del clero supersticioso y su intolerante ignorancia agravó la situación epidémica y por esta causa desaparecieron pueblos y comarcas enteras.
Durante las celebraciones del Día de Todos los Santos, advenimiento de la versión moderna del Halloween, en Alemania, Francia e Inglaterra, salían a cazar gatos y se pagaban reconpensas. Los Gatos, "animales del demonio", eran quemados vivos en las hogueras junto a sus amos acusados de brujería. La barbarie de la inqusisición clerical no tenía límites.
Durante la historia, la Santa Madre Iglesia es responsable de masacres tras masacres de todo tipo. En tiempos del oscurantismo clerical, tener un gato en casa era prueba de que esa persona era demoníaca y enemiga del clero y así se fue poniendo en práctica la "Santa Inquisición".
Algunos refranes sobre gatos: "es un pobre gato o diablo" - "tiene siete vidas, como un gato" "gato con guantes no caza ratones" "te metieron gato por liebre" "siempre cae parado como un gato" "es ágil como un gato" "que no te salga ni se te cruce un gato negro desde la izquierda" "es un pobre pelagatos Recién después del año 1830, los gatos dejaron de ser perseguidos. Los últimos sesgos de la ·santa" y perversa Inquisición se manifestaron en las colonias americanas hasta 1850. Recuerde ésto, el gato fue sagrado para los egipcios y apreciados por griegos y romanos quienes reconocieron al gato como un animal cazador benéfico para la agricultura y acompañó en la mitología grecorromana a las diosas de la cacería Artemisa y Diana según corresponda a Grecia o a Roma. Actualmente en algunos países asiáticos se crian y engordan gatos para comerciar su carne. Se comenta que un guisado de gatos es deliciosa, pero en Occidente son nuestras mascotas y muy apreciadas por su cálida compañía.
Tambien se dice que quienes, en la actualidad, estudian la magia negra (Goecia) utilizan en sus rituales a los gatos. ¡pobres gatos, jamás descansan!
Sin embargo, con humor, debemos decir que, en la actualidad, hay otros tipos de "gatos", unos con guantes blancos y otros muy mimosos y se advierte sobre ellos que vacían carteras públicas o las revolean y aconsejan que uno debe cuidarse, según el caso, por diversos motivos sociales.
EL MITO DEL GATO NEGRO:
El Viernes 13, pasar por debajo de una escalera, romper un espejo, abrir el paraguas dentro de casa…y cruzarse con un gato negro! Todas son supersticiones populares asociadas a la mala suerte, incluso la que confiere un poder oscuro al gato.
Adoración Felina:
En el mundo esotérico, se le reconoce a los gatos un poder mágico infinitamente superior al del hombre. Para entender este mito hay que ‘viajar’ al Antiguo Egipto, donde se pueden encontrar los orígenes del gato.
Los gatos eran animales salvajes que comenzaron su proceso de domesticación hacia el año 3000 a. C., debido a la abundancia de ratones que pululaban en los silos de grano que existían en Egipto. La religión del antiguo Egipto incluyó el gato entre sus símbolos sagrados. El gato estaba considerado como la reencarnación de los dioses en el trance de comunicarse con los hombres y manifestarles su voluntad. El gran valor del gato como cazador de ratones hizo que los egipcios intentasen y lograsen su convivencia doméstica, pese a lo cual el gato no perdió su status sagrado. La utilidad del gato era exaltada al máximo por los egipcios que estaban convencidos de que los gatos poseían alma.
Con toda probabilidad, esta antigua creencia del poder felino deriva de la adoración a la diosa egipcia Bubastis, símbolo de belleza y fecundidad, que era representada con cabeza de gato. Fue tal la adaptación del gato a la vida cotidiana de los egipcios, que su muerte era motivo de duelo familiar; Herodoto, en “Los nueve libros de la Historia”, manifiesta que los moradores de la casa se rapaban las cejas en señal de duelo. Tras su muerte, su cuerpo se embalsamaba y momificaba en locales sagrados, y en el lugar de su enterramiento se colocaba junto a ellos ratones embalsamados. En 1890 fueron halladas en la ciudad de Bubastis amplias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos. Quien se atrevía a matar a un gato era acreedor de la pena de muerte.
Después de egipcios, fueron los griegos a interesarse por los gatos. Este pueblo antiguo, conocedor del valor del gato como cazador de ratones, intentó comprar una pareja para hacerlos criar en Grecia, pero dada la naturaleza sagrada del gato los egipcios se negaron a esta transacción. A pesar de este argumento, los griegos robaron una pareja que llevada a Grecia extendió la raza al resto de Europa.
Más tarde, el valor de los gatos fue ampliamente reconocido por los romanos que apreciaban mucho el espíritu de independencia del felino, hasta el punto que la diosa Libertas era representada junto a un gato, símbolo de absoluta libertad. Incluso se dictaron en Roma severas leyes para su protección en el siglo I d. C.
También hubo disposiciones jurídicas que reconocían la importancia de los gatos en las Islas Británicas, donde, en el siglo X, el príncipe Howel publicó unas normas que fijaban el valor de los gatos y establecían, entre otras cosas, que quien matase a un gato debía indemnizar al propietario del animal con una cantidad de trigo equivalente en altura a la longitud del felino, desde el hocico hasta la punta de la cola. De este modo, se pretendía compensar al propietario del gato por las pérdidas de trigo que, faltando el felino, le ocasionaban los topos.
Persecución felina:
Los gatos llevaron una existencia placentera hasta que la Iglesia, hacia mediados del siglo XIII, comenzó una terrible persecución contra ellos, considerándolos como símbolo del diablo y cuerpo metamórfico de las brujas. En la Edad Media, época de oscurantismo para la especie humana, las brujas convirtieron al gato negro en un elemento imprescindible para efectuar sus rituales y hechizos. Luego los felinos domésticos empezaran a ser víctimas de una despiadada e injusta persecución, originada por la ignorancia y por absurdas supersticiones que relacionaban al animal con determinados ritos diabólicos. La posesión de un gato bastaba para acusar a una persona de brujería y la condena podía considerarse segura si el animal era de color negro.
El gato surgió asociado al paganismo de la Edad Media a través del culto de la diosa Greya, diosa del amor y de la curación según la mitología nórdica. Esta diosa guardaba en su jardín las manzanas con las que se alimentaban los dioses del walhalla y en su iconografía aparecen dos gatos tirando del carro de la diosa. En aquellos tiempos era frecuente extender la idea de divinidad a los animales que acompañaban a los dioses.
Por ello, el gato se convirtió en cabeza de turco de las "purificaciones" de la Iglesia. De este modo, durante la Edad Media se torturó y dio muerte bárbaramente a miles de seres humanos y a millones de gatos, en el curso de unas persecuciones que fueron activísimas en toda Europa y entraron a formar parte de los rituales cristianos. La Iglesia alentó de tal forma la persecución de los gatos que llegó a convertirse en espectáculo la quema de estos pobres animalitos en las hogueras de la noche de San Juan y la costumbre de festejar el Día de Todos los Santos quemando vivos a los gatos en las plazas públicas.
El aniquilamiento de los gatos implicó a precio carísimo en Europa. La eliminación de los felinos fue de tal magnitud que cuando la peste negra azotó Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco millones de muerto, apenas sí quedaban pocos ejemplares felinos para luchar contra las ratas, principales propagadores de la enfermedad. Y al parecer, la plaga fue tan devastadora debido al exterminio de los gatos.
En el año 1400, la especie estuvo a punto de extinguirse en Europa. Su existencia se reivindica a partir del siglo XVII debido a su habilidad para la caza de ratas, causantes de tan temibles y desoladoras plagas. A partir del siglo XVIII el gato vuelve a conquistar parte de su antiguo prestigio, y no sólo se utiliza como cazador de roedores e insectos, sino que su belleza lo hace protagonista de cuadros, muy especialmente de los de la escuela inglesa, y de motivos escultóricos. Desde entonces se lo utiliza cada vez más, sobre todo en los centros urbanos, aunque como animal de compañía.
La dualidad del gato como símbolo de la divinidad y de la representación demoníaca, dio lugar a que en las supersticiones relacionadas con él se le considere representante de la mala o la buena suerte, según la circunstancia o lugar en que naciesen.
¿Mala o Buena Suerte?
La historia de la brujería en Europa relata un sin número de anécdotas y episodios donde surge un felino. Por ejemplo, en una de estas historias la protagonista, cansada de que un gato se bebiese la leche recién ordeñada todas las noches, esperó al animal y consiguió en su persecución herirle en una pata. Al sentirse herido el animal gritó como un ser humano. Al día siguiente una pobre vieja, considerada como bruja, amaneció herida en una pierna. Y muchos otros cuentos similares existen que ligan el gato a poderes desconocidos.
Como en casi todas las creencias populares, el reverso también es válido. O sea, el gato negro no es un vaticinio nefasto en todo lugar, y en algunas culturas es considerado un elemento de buena suerte. Parece que estas creencias dependen del lugar y la circunstancia de su encuentro.
En algunos países es el gato rojo el prenuncio de mala suerte y no el negro. Existen pueblos en que el encuentro de un gato negro camino de la iglesia el día de la boda solo puede traer buena suerte, mientras que en otros, el mismo episodio es símbolo de desgracias conyugales. Hay gente que se cree que el gato negro es un talismán que trae buena suerte en los juegos de azar, sobre todo si se toca alguno antes de que empiece el juego. Y otros piensan que tener un gato negro en casa es símbolo de buena fortuna.
VIVAN LOS GATOS!! ( SIN IMPORTAR SU COLOR ) ....
Sibila.
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